miércoles, 28 de noviembre de 2007

Jabón de Aleppo

Aleppo, en el norte de la actual Siria, fue el primer lugar del mundo donde se fabricó jabón en pastillas. El mejor regalo que un legionario romano podía traerle a su amada –si regresaba entero de las campañas de Oriente– era una pieza de 200 gramos de jabón de laurel y oliva comprado en esa ciudad fenicia. A partir de la Edad Media, los árabes lo perfumaron con esencias vegetales. Las sucesivas conquistas de otomanos, mongoles y franceses no hicieron más que extender por todo el mundo su leyenda de lujosa delicia oriental... con propiedades antisépticas, curativas, estimulantes y casi milagrosas.

Maria Antonieta, auténtica cool hunter de la época, lo puso tan de moda entre las chicas guay del Ancien Régime que, ante la creciente demanda, surgieron en Marsella las primeras fábricas de jabón en Europa.


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1 comentario:

Anónimo dijo...

Vamos, que los romanos ya eran bastante metrosexuales (no, si tanta sauna, tanto depilarse, tanto peluquero… así les fue)

¿Para cuando una reivindicación del hombre auténtico, peludillo y rasposo? ¿Qué pasó con la virilidadd de antaño? Depués de todo el colectivo homo, que es el que más entiende (sin retintín) de hombres se pirra por los machos a la antigua, los neandertales sanotes y sin artificios.

Pero eso sí, siempre con la higiene adecuada, porque con jabón de Aleppo o sin él, a mí, me haga falta o no, mi duchita mensual no me la quita nadie